Durante todo 2012, Armenia era el punto de encuentro secreto. Raúl cruzaba el alto de La Línea desde Ibagué. Ingrit viajaba desde Cali. Los fines de semana se encontraban en la Ciudad Milagro para compartir como pareja una relación que no era bien vista.
El entrenador de la Liga de Boxeo del Tolima, con la figura femenina de la Liga de Boxeo del Valle. No era normal que dos ‘rivales’ de eventos nacionales tuvieran una relación, y más un entrenador con una deportista y uno de ellos viviendo en Ibagué y otro en Cali. Por eso el inicio fue secreto.
Y no sólo eran rivales, también eran profesor y alumna. Porque en 2010 Raúl Ortiz se la jugó por el boxeo femenino, pidió permiso en la Federación Colombiana de Boxeo para hacer el primer Campeonato Nacional de Boxeo Femenino, pensando en los Juegos Suramericanos de Medellín y allí se empezó a conocer con Ingrit.
Por la iniciativa del ibaguereño, la Federación les dio la oportunidad a las mejores niñas del Nacional para ir a competir en el Suramericano, para ver qué podía pasar con ellas. Asignaron a Raúl como entrenador del equipo femenino y ahí estaba ella, claro, ahí estaba Ingrit Valencia, la mejor pugilista del país.
Ese fue tal vez el primer impacto de Raúl en Ingrit. El ibaguereño se la jugó y habló por el boxeo femenino. Y viajaron a Medellín, donde Colombia hizo historia como campeón de los Juegos y el boxeo femenino dio su aporte, un bronce de Ingrit. Allí empezó a abrir el camino, de la mano de Raúl.
Así se conocieron y empezaron a hablar. Era relación entrenador-alumna, pero sabían que había algo más. Se volvieron a encontrar para los Juegos Panamericanos de 2011 en Guadalajara, con medalla de plata para Ingrit. Siguieron abriendo puertas para el boxeo femenino aficionado de Colombia y también se abrían sus corazones.
En 2012 fueron al Mundial y empezaron a construir la relación de pareja. Ya tenían dos años de amistad, los dos estaban solos, ya se conocían como personas por las concentraciones, con sus valores, personalidades, formas de actuar y reaccionar. Por empezaron una relación a distancia con Armenia como el punto ‘clandestino’.
A veces Raúl viajaba a Cali o Ingrit iba a Ibagué. Ingrit decidió estudiar algo en Ibagué, la mejor excusa para viajar una vez por mes y ver a Raúl. Así creció la relación, por eso empezaron a pensar en formalizar la relación, pero el deporte que los unió, los separaba. Ingrit seguía con el Valle y Raúl como el entrenador del Tolima. Donde ya había formado el sueño olímpico de Óscar Escandón para Atenas-2004 y buscaba otra persona que tuviera ese sueño.
Fue así como Raúl le dijo a Ingrit: “Negra, organicémosnos, vengase para Ibagué, representa al Tolima y buscamos en este Ciclo Olímpico el sueño de ir a Rio-2016”. Luego de pensarlo unos días, hicieron el trámite legal con los clubes y las ligas. El 2 de febrero de 2013, Ingrit empacó sus cosas y viajó con Jhojan Estiven a la Ciudad Musical para iniciar una nueva vida.
La vida de pareja
Ya instalados en Ibagué, la vida fue diferente. Ingrit llegó de un departamento grande, de mucho apoyo, a uno pequeño, con dificultades y escaso presupuesto. Sin embargo, desde que Ingrit llegó, recibió todo el respaldo de Indeportes Tolima y lo retribuyó con triunfos y medallas. De hecho en 2014 ya fue la mejor Deportista del Tolima en la ceremonia de los periodistas Acord de la región.
Por eso la relación entre los dos se fortaleció, pues combina mucho el deporte, tienen la misma pasión, la afinidad por el boxeo. Raúl tiene el conocimiento como entrenador desde la academia e Ingrit a través de la experiencia en el cuadrilátero y sus estudios deportivos. Los dos se aportan mutuamente y en los entrenamientos con los pelaos del Tolima marcan un mejor horizonte.
Así comparten mucho tiempo, porque a Raúl le gusta ver a Ingrit en el gimnasio, que lo acompañe, verla sentada analizando los entrenamientos, hace sugerencias de movimientos, también salen a pasear, les gusta mucho la comida de mar, salen los tres, con Jhojan Estiven, salen a conocer municipios del Tolima y otras ciudades, es lo que les gusta.
También comparten otra pasión, el baile, pero tienen un problema. No toman licor, por eso deben buscar amigos que tomen licor para poder entrar a los bares de Ibagué, así los amigos toman y ellos bailan, porque la disciplina deportiva los llevó a no tener gusto por las bebidas alcohólicas, pero sí por el baile y por escuchar buena música.
“Tenemos una relación muy madura, dialogamos bastante, somos sinceros y sabemos que para sostener una buena relación todo radica en la comprensión, la honestidad, la fidelidad, el contarnos las cosas, lo que nos gusta y no nos gusta”, reconoce Raúl, el esposo y entrenador de la primera mujer boxeadora aficionada de Colombia que asistió y ganó medalla en los Juegos Olímpicos.
Nota periodistica: Equipo de Prensa COC-Coldeportes